LA MUJER CHILENA NUNCA HA TENIDO MIEDO DE DEFENDER LA LIBERTAD

Hace un par de semanas tuve una interesante conversación con una de las dirigentes del PNL a cargo de Mujeres por Kaiser, buscando la forma de volver a encantar ese sentido patriótico tan acendrado en el alma histórica de la mujer chilena. Hablamos de: Rosa e Isabel O’Higgins, Paula Jaraquemada, Javiera Carrera, Carmela Carvajal, Eloísa Díaz, Margot Duhalde, Rayen Quitral, Adriana Olguín y de tantas y tantas otras ilustres mujeres que se han distinguido en la historia de nuestra Patria y en quienes siempre primó ese sentido profundo de la maternidad y la familia. Recordamos a Gabriela Mistral y esos maravillosos versos “piececitos de niño azulosos de frío” y entonces se vino al recuerdo la gesta heroica de entrega y sacrificio al conformarse entre 1973 y 1989 la agrupación de mujeres voluntarias más grande de la historia y única en el mundo. 

Entonces, mi amiga me pidió contar la historia como recuerdo y homenaje a las últimas reservas de esa epopeya y como ejemplo a las generaciones que no vivieron esa época. Así nació el siguiente relato:

En los aciagos tiempos de la Unidad Popular fueron las mujeres las que salieron a la calle masivamente, premunidas de una cacerola, a protestar por la escasez imperante. Pero no solo a reclamar por falta de comida para cubrir las necesidades básicas de una alimentación sana y equilibrada, también salieron a defender a sus hijos del proceso de concientización que se intentaba imponer en la educación, con la Escuela Nacional Unificada (ENU).

Así, a fines del año de 1971, el 2 de diciembre, las opositoras al gobierno de Allende salieron a las calles caminando por el centro de la ciudad golpeando ollas vacías. Fue la mítica marcha de las CACEROLAS VACÍAS, convirtiéndose en la más grande manifestación de mujeres chilenas y un ejemplo para el mundo. Fueron violentamente reprimidas, pero resistieron los ataques. Muchas fueron golpeadas, otras heridas como también algunas quedaron con severos daños a su salud. Pero ahí estuvo la mujer chilena, llegando al centro de Santiago en columnas que venían de distintos puntos de la capital. Para la época se calculó en un millón de mujeres las que coparon las calles pidiendo la salida de Allende. Esa mística fue tomando forma y en los meses siguientes siguieron las manifestaciones de rechazo al gobierno marxista exigiendo poner fin al caos imperante.

Con el advenimiento del Gobierno Militar, las mismas mujeres que estuvieron en la calle defendiendo a sus hijos, a su familia, a la educación, a la libertad de culto fueron las que en masa se volcaron al Proceso de Reconstrucción Nacional, no sólo entregando sus argollas de matrimonio y joyas en oro para respaldar al dilapidado Banco Central, forjando una reserva en oro que permitió comenzar a levantar el País.

Se organizaron bajo la dirección de cada una de las esposas de los generales que conformaron la Junta de gobierno, creándose la vanguardia más grande de mujeres voluntarias que tomaron a su cargo la atención de los grupos de chilenos más vulnerables. Así nacieron las siguientes organizaciones: CORDAM, en beneficio de los niños desamparados; CONAPRAM, encargado de la protección de los adultos mayores; COANIL, ayuda al niño limitado; CEMA, encargada de darle a la mujer posibilidades de desarrollo individual, potenciando sus habilidades.

A la cabeza de cada una de estas instituciones estaba la esposa de un miembro de la Junta de Gobierno y entorno a ellas, miles de mujeres coordinaban un trabajo entusiasta, abnegado, generoso y patriótico. Era Chile y su futuro el que ayudaban a construir.

Nunca en la historia se ha repetido la hazaña de congregar bajo el ideal de la Patria a miles de mujeres que se distinguían por el color del delantal, símbolo de la institución que representaban y un pañuelo atado al cuello símbolo de la entrega al más necesitado.

Ver a nuestras madres y abuelas servir a Chile entre los años 1973 y 1989 es quizás la más grande herencia de entrega y sacrificio por la familia, sus hijos y el futuro de la Patria.

¡Cuantos de nosotros tuvimos la suerte de ver y aquilatar ese noble ejemplo!

Nunca el amor a los más desvalidos se había expresado sin ningún tipo de interés partidista. Nunca, como ayer salieron de la garganta de miles de mujeres el grito de libertad y la defensa de nuestra nacionalidad y soberanía.

Esperamos que la historia recoja ese hito histórico. Sus hijas y nietas hoy enfrentan el mismo desafío. La Patria espera que, siguiendo el ejemplo de esas valerosas mujeres, sus herederas, sin miedo, salgan a recuperar la nación envuelta en un caos de confusión y muerte.

Nunca la mujer, ni ayer ni ahora ha tenido miedo para defender su Patria.

 Por Dios, la Patria y la Mujer Chilena hoy, ¡¡¡recojamos ese ejemplo!!!

 

 

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