LA MUJER DEL CESAR

 



En la vida familiar, social y política han existido y existen mujeres notables que rodean con un áurea distinto y distintivo el medio en el que participan.

Estas mujeres se caracterizan por su aguda inteligencia, por su sencillez y sobre todo por la discreción de sus actuaciones. Nunca sobresalen más allá de los límites de a quienes representan, haciendo un trabajo que envuelve la imagen de la institución en que desempeñan su labor o al político que acompañan con un halo de tranquilidad y frescura, pero sin perder de vista el rol que cumplen en esa función.

No pasan inadvertidas, pero se esfuerzan por no verse y solo aparecen en los momentos claves ahí donde justo aportan los elementos que las caracterizan. En una primera impresión simpatía, luego templanza e inteligencia. Ahora sí la naturaleza las ha dotado de características estéticas notorias, hacen que el cuadro del que forman parte adquiera la belleza tan necesaria de encontrar en un mundo donde impera lo bruto, lo feo y lo indeseable.

Hoy, producto del mal llamado feminismo, la mujer ha confundido el rol que tiene derivado del derecho natural y, la confusión, la ha transformado en una férrea adversaria del hombre rompiendo bruscamente con la complementariedad natural que debe existir.

El feminismo ideologizado hasta el extremo, grosero de la vida, muestra a mujeres burdas, odiosas, sin sentido de lo estético y carentes de todo sentimiento afectivo.

Leí hace algunos años un artículo de Silvia Poratelli, académica de la Universidad Torcuato di Tella, que decía lo siguiente: ¿“Por qué en una época y lugar en el que prácticamente todas las mujeres somos feministas - en el sentido de defender el principio de igualdad de derechos y oportunidades - muchas nos sentimos perturbadas por las manifestaciones más recientes del movimiento feminista? En mi opinión, aquello que nos perturba no es el feminismo, sino la ideología “

Las ideologías, según las describe Hannah Arendt en “Los orígenes del totalitarismo”, son esos “ismos” que representan la lógica de una idea y pueden explicar todo y cada suceso deduciéndolo de una sola premisa.

Reducen la complejidad del pasado, presente y futuro a una única premisa arraigada en la realidad de la cual derivan una serie deducciones lógicas e inescapables que permiten explicar el mundo de manera acabada, independizándose a partir de ese momento de toda experiencia nueva o diferente perceptible a través de todos los sentidos. En el caso del feminismo ideológico dicha premisa es la opresión patriarcal. Porque, ¿quién puede hoy discutir que la mujer ha sido históricamente oprimida por el patriarcado y que dicha opresión subsiste aún hoy en muchos contextos? Sin embargo, el feminismo ideológico se basa en esta premisa para emanciparse de la realidad, reinterpretándola en función de la opresión que considera oculta detrás de todas las cosas perceptibles: el lenguaje, la religión, la ciencia, la educación, etc. dominándolas desde ese lugar oculto y requiriendo de la perspectiva de género para tomar conciencia de ella - perspectiva que deja así de ser una herramienta intelectual iluminadora para convertirse en un modo de adoctrinamiento ideológico (sic)

Es bueno detenerse a mirar quiénes son las mujeres que hoy están presentes en la vida política nacional ya sea como actrices directas del fenómeno político o como compañeras de una campaña competitiva electoral.

La simple observación detiene la mirada en la Mujer de Kaiser una abogada, antofagastina, madre de una hermosa hija. Acompaña siempre presente y en un plano secundario a su marido candidato presidencial, otorgándole una dulce sonrisa como a su vez la ternura en un cariñoso beso en la mejilla o en la boca públicamente, pero en el silencio cómplice de la fidelidad. Su capacidad intelectual la lleva a estar presente, sin duda, en las decisiones relevantes y no debe ser de otra manera la política la atrae y hoy integra el consejo general del partido Nacional Libertario.

Ya lo señalaba el candidato presidencial en una entrevista: 

 “Es inteligente, extremadamente aguda, tiene una comprensión muy profunda del fenómeno político”

Es lo que hace falta en la política de hoy. Mujeres brillantes que asuman el rol que el destino les ha deparado, en este caso, estar junto al líder de su movimiento entregando su comprensión y cariñoso consejo. Como a su vez, con firmes decisiones influyendo en el destino de la campaña y de Chile. 

Repasando la historia se recuerda con orgullo a Juana Aguirre Luco quien, preocupada por los niños más vulnerables impulsó la iniciativa de la Navidad del niño pobre, ganándose el cariño de los chilenos; a Rosa Markmann, una de las mujeres más destacadas del siglo XX, colocando su oficina al lado de la de su marido presidente para darle más derechos a las mujeres, levantar viviendas sociales, organizar las dueñas de casa y el impulso decisivo al voto femenino como otras importantes normas en beneficio de la mujer. Así como también a Lucía Hirart, quien lideró un ejército de voluntades femeninas, ejemplo nacional y mundial e irrepetible, encargadas de los más necesitados: hombres y mujeres, niños y viejos, por igual. Ahí está CEMA, Secretaria Nacional de la Mujer, CORDAM; CONAPRAN; COANIL. Estas últimas dirigidas por las esposas de los miembros de la Junta de Gobierno.

La importancia del rol de la mujer, tanto en la familia como centro motor del núcleo fundamental de la sociedad o en las diferentes actividades de la comunidad organizada, ya sea pública o privada quedan demostradas en la imagen de la mujer de Kaiser y hacen que el relato odioso y mentiroso para maltratar la imagen de este político queden destruidos por la sola evidencia de los hechos.

Entonces el proverbio, la mujer del Cesar además de ser honesta debe parecerlo y que ha perdurado a lo largo del tiempo, se aplica a todas aquellas personas que ocupen una posición de influencia o responsabilidad, cobrando especial relevancia en estos casos.

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